5.1 Mi personalidad

Creo mucho en esa teoría de la que hablan en «Sostiene Pereira» de Antonio Tabucchi, en la que se habla de que todos nosotros somos «una confederación de almas». No creo que eso signifique lo mismo que el optimismo de Whitman diciendo «contengo multitudes», pero sí creo que definir la personalidad como algo estático, inmóvil, estable, es otra variante de la ingenuidad.

No creo ser la misma para mis alumnes con los que he desarrollado amistades a mediano y largo plazo que para quienes solo he sido «otra profesora», para mis amics de un sitio y de otro, presenciales y en línea; para mi familia y para mis afectos más cercanos, y tampoco creo que sea obligatorio mantener esa «estabilidad» a lo largo de los años. También estoy segura de que hay características de esta que soy que se manifiestan con regularidad, que ayudan a que quienes me conocen de hace tiempo (y a mí misma) nos aparezca esta ilusión de continuidad.

Sé, por ejemplo, que prefiero ser «realista-positiva». Que siempre he sido infinitamente curiosa. Que me gustan las conversaciones emocionantes sobre temas que le apasionan a quienes se involucran en ellas, y que eso hace que aprenda sobre muchas cosas distintas. Que procuro mantener los horizontes abiertos y la vista amplia. Ahora bien, ¿eso es una personalidad?

Podría trabajar en torno a los descriptores de mi funcionamiento psíquico: buen insight, ansiosa, a veces obsesiva, con déficit de atención, con al menos tres episodios depresivos en mi haber. Antecedentes de codependencia y de falta de claridad en sus límites, cierta dificultad para nombrar emociones como la tristeza, el miedo y el enojo, aunque con una resiliencia creciente… Pero esos son diagnósticos temporales, no estoy segura de que sean mi personalidad. Al menos, quiero creer que me acompañan y de alguna manera me explican, sin llegar a definirme por completo.

Puedo hablar de las características que prefiero de mí: empatía racional, amor por compartir lo que sé, deseos de conectar con otras personas, pero no con todas, y también una necesidad intensa de tener dónde huir de ellas llegado el momento. El entusiasmo por las cosas y los materiales creativos, y por las ideas ajenas. Después, balancear con lo que no me gusta: la obsesividad, pasar demasiado tiempo en mi cabeza, que me cueste trabajo darle continuidad a las cosas, esa forma en la que la gente que deja de estar visible se me «va» de la consciencia.

Aunque tal vez, solo tal vez, el eje de mi personalidad es eso que no menciono, pero que se nota al leerme y al tratarme: las muletillas, el cuestionamiento perpetuo, las referencias que rebotan dentro de mi cabeza a la menor provocación. Este pastiche de elementos, de pequeñas cosas y grandes retazos que me representa.

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