Nubladomingo

No sé bien qué busco ni dónde encontrarlo. Hoy me siento como una niña, eternamente perdida, desconcertada. Alguien incapaz de localizarse en la mancha gris que es mi ciudad vista desde el cielo con el Google Maps. Estoy en uno de esos vulgares, ridículos, momentos de inexistencia. Mis gatos duermen, mi marido hace voluntariado (y está enojado conmigo, y seguramente lo estará más cuando se entere de que no llevé la ropa a la lavandería, que era mi plan original para hoy). Los vecinos escuchan música que llega hasta aquí, primero ópera, luego música clásica, escucho que ese vecino se va y cierra su puerta y parece que esa es la señal para que el del piso de abajo encienda el estéreo con un disco en italiano a todo volumen (no sé si Zucchero, probablemente sí). Mis amigas ya se acostumbraron a que estoy perpetuamente ocupada, si no ando en el voluntariado tomo clases o trabajo como una bestia. Hoy no.

Soy, en este instante, un personaje absolutamente prescindible dentro de la novela. De esos que no tienen ni la posibilidad de esperar un cue sorpresivo, sino que, más bien, viven calladamente en la cabeza del autor, haciendo caso de sus pasos y sus instrucciones, sólo aguardando a que él, en el momento indicado, decida utilizarlos. Por ejemplo, redactando: «en ese momento, ella, aburrida de la grisura de su día, de su ánimo, de su ciudad, tomó las llaves, la cartera, y se largó sola y sin saber a dónde. Ya lo averiguaría en el camino». Desgraciadamente para esos personajes esa llamada nunca ocurre. Pasan sus cómodas existencias tibios y calientitos en un rincón de la historia, hasta que es demasiado tarde para que aparezcan. Otros personajes más decididos, más ruidosos, han utilizado esos espacios saltando frente de la página en blanco como el torero suicida se enfrenta al toro (pecho abierto, arrodillado, barbilla levantada). Así, el autor se acordará de ellos a chispazos, pensando en que tal vez ahora sí sería bueno utilizar al personaje para tal o cual historia, o en un determinado cuento, pero todo se repite y plof, otra oportunidad desvanecida. Hasta que el personaje se escapa y se escribe su propio post dentro de un blog, asumiéndose como la autora de su propia vida. En ese momento, escribe: después de salir de la regadera, tomaré mis cosas y saldré, con rumbo desconocido, probablemente a emprender la cacería del mejor chile en nogada de la ciudad.

Una vez hecho eso, sonreírá, complacida, y emprenderá la acción, abandonando el texto a su suerte. Ya verán.

¿Primer? Post

Bueno, tratando de descubrir si WordPress me gusta más que blogspot. Allá ha estado mi casa durante… ¡Uf! Casi 6 años, si contamos el primer post de Vespertina Star… Sin embargo, creo que me gustaría transformar el blog en algo más que un caprichito. Ya veré: depende mucho de cómo me vaya acomodando con este lugar, sus herramientas, el «look & feel» dichoso… Y la comunidad. Creo que los bloggers pueden ir y venir de una plataforma a otra, pero veremos.

Por lo pronto, a quien quiera que pase por aquí: bienvenido.