Recuento 2015

Este recuento está hecho un poco arrastrando los pies: otros años me ha entusiasmado, o lo he temido… Ahora, ni la llegada a los 37 ni el inminente final del año calendario me han motivado (de hecho, hasta he huido un poco de publicar). Será que el proceso personal de este año ha estado interesante. Será que desde que retomé la terapia (a principios de año) se me han quitado las ganas de encontrar «grandes logros» en un año… Últimamente mis grandes logros son tan pequeños como asumir que está divertido ser quien soy, que no tengo que cargar con la responsabilidad o culpa de todo, convencerme de que no necesito convencer a nadie (ni a mí) de nada. O mantener al día mi contabilidad, ja.

Este año implicó hacer mucho de todo: mucho teatro, mucho trabajo, mucha escuela… Empezó como una búsqueda personal, como una necesidad de hacer TODO lo que quería hacer. Después de desembarcar de muchas cosas que no sabía si había querido o nomás había dejado que se dieran por default y de un 2014 agitadísimo, el 2015 me regaló profusión: de oportunidades bonitas, muchos espacios donde crecer y compartir, varios impulsores de estabilidad… Quise tomarlos todos. Lo logré, por los pelos. Con mucho agotamiento físico y mucha satisfacción emocional, sí, pero también con una gran necesidad de hacerme espacio para mí.

También ha sido el año de asumir mis límites. De recordarme de manera amorosa que no soy superchica, que no tengo una TARDIS, ni un pensadero, ni un tornatiempos. Que soy solo una, pero que esa una es suficiente para hacer lo que puede. Que no necesito hacer más que lo que puedo hacer, que ya es bastante. Como reto para el año que iniciará está, por supuesto, limpiar la agenda suave y amorosamente.

Encontré muchos cómplices en el camino, y me gusta que esta palabra se quede este año. Aunque no voy a mencionarlos a todos, cada uno de los espacios, tiempos y grupos con los que participé en estos 365 días me han regalado personajes entrañables, gente con la que comparto mucho y espero seguir compartiendo y coincidiendo. Proyectos personales, grupales, de trabajo, académicos, que crecen, mutan, jalan gente, la intercambian… Gente a la que recupero, a la que conozco por primera vez, relaciones que van modificándose con el tiempo.

De manera inesperada, 2015 fue una gran invitación a la estabilidad. No esa quietud que me da tanto miedo y que asocio con estancamiento, sino la posibilidad de crear un piso a partir del cual asumir que esto que tengo y que soy ya es, de alguna manera, la base de mi vida adulta. Ser estable no implica no tener retos: implica que la vida ya no es andar de liana en liana, y creo que eso me gusta.

Cierro con la palabra docencia: porque este es el año en el que regresé a serlo y hacerlo prácticamente de tiempo completo, porque he descubierto que soy mejor persona, más sana y más cuerda gracias a que soy docente; porque este año decidí comprometerme con ella como prioridad… Y estamos profundamente enamoradas, la docencia universitaria y yo. Pese a todos los «inconvenientes» que pueda tener, no son peores que otros, y me impulsan a ser mucho mejor yo.

Después del 2014 licuadora, un 2015 profuso no está mal. Espero que el 2016 sea un año de andamios.

Andamio: estructura auxiliar o construcción provisional con la que se pueden realizar desde torres hasta pasarelas o puentes. Su uso más habitual es permitir el acceso de obreros y materiales de construcción a todos los puntos de un edificio en construcción o en proceso de rehabilitación, en obra civil, mantenimiento o construcción.