Puesta al día

He visto tres museos en dos días. Hoy planeaba regresar temprano a mi casa y más bien acabé, cansada y contenta, comiendo tardísimo, refugiada de la lluvia en un food court feo pero eficiente. Hay tantas cosas moviéndose en la vida, todo el tiempo, cambios y serenidades… Proyectos que tomar, proyectos que soltar, dinámicas que definir, textos que leer, amarras que soltar.

Pienso en el blog-columna en el que estuve colaborando de vez en cuando en los últimos seis meses y en mi propia inconstancia. Y en vez de pegarme con un periódico enrollado por ello, pienso que simplemente no era el momento, pero que lo disfruté. De hecho, regreso a este espacio un poco motivada por la desaparición de aquél, en el tono de mi voz habitual: de blog, no de columna; escribiendo para mí, circunstancialmente leída por algún otro no determinado, pero ese que tal vez llega (¿tú? Que tal vez estás ahí) me escucha pensar y me lee en ese mismo trance en el que van ocurriendo las letras. 

Sé que ocasionalmente hablo de mí, de lo que me inquieta, de lo que pienso. Es mucho menos lo que e escribo que lo que me pasa y que lo que opino acerca de lo que me pasa, y sin embargo no quiero renunciar al ejercicio de ponerme por escrito, de estar aquí entre letras, de generarme espacios para preguntarme y contestarme cosas.

Ea, pues. Esto es mi barco de papel, mi grulla de origami. Montemos y sigamos.

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